La hormona principalmente asociada con la motivación para tomar riesgos y buscar recompensas es la dopamina. Este neurotransmisor con funciones también hormonales desempeña un papel clave en el sistema de recompensa del cerebro, incentivando comportamientos que prometen beneficios o placer, incluso cuando implican asumir riesgos. Cuando anticipamos una recompensa (como ganar un juego, lograr un objetivo o experimentar algo nuevo), la dopamina se libera, lo que nos impulsa a actuar y persistir, a veces asumiendo mayores riesgos para obtener esa gratificación.
Es una ventaja evolutiva que puede generar riesgos, en base a la clásica curva de aprendizaje de riesgo.
La curva de aprendizaje de riesgo es un concepto que describe cómo mejoramos en una actividad con la práctica y cómo puede suponer un peligro esa confianza y experiencia inconsciente.
Al principio, cuando estamos aprendiendo algo nuevo, nuestro progreso es lento y cometemos muchos errores. Somos más conscientes. Luego nos vamos animando hasta que cometemos un error y volvemos a ser más prudentes.
En cuanto a los determinantes fisiológicos, hay otras hormonas y factores que pueden influir en la toma de riesgos incluyen:
- Testosterona: Vinculada a la competitividad y la asunción de riesgos, especialmente en contextos sociales o de desafío. Los hombres ahí tenemos una alienación mayor por ese cromosoma cortito del par cromosómico 23 y que nos "empuja" a "empujar" y competir (relacionado con la ventaja evolutiva de la variabilidad genética, que da para mucho). También nos empuja a la violencia, afán territorial y de dominio, para lo que, supuestamente, tenemos raciocinio como freno, pero ese es otro tema.
- Adrenalina (epinefrina): Aumenta en situaciones de estrés o emoción, preparando al cuerpo para actuar rápidamente, lo que puede llevar a decisiones más arriesgadas.
- Cortisol: En niveles altos, puede afectar la toma de decisiones, aunque su papel es más complejo (puede inhibir o exacerbar el riesgo según el contexto).
Sin embargo, la dopamina es la principal responsable de la sensación de "querer más" y animar a correr riesgos para obtener recompensas potenciales. Este mecanismo es fundamental en la motivación humana, pero también puede contribuir a comportamientos adictivos o imprudentes si no se regula adecuadamente.
Su función principal es la anticipación y motivación para alcanzar recompensas, más que el placer en sí. Actúa como un sistema de alerta que nos impulsa a actuar, como buscar comida o aprender nuevas habilidades, una pareja, un nuevo nicho alimenticio o una nueva experiencia. Son ventajas evolutivas, pero es mejor conocerlo para no "caer".
Cuando pensamos en actividades como el parapente, la dopamina juega un papel fundamental. El parapente es una actividad que combina aventura, riesgo y una alta dosis de adrenalina. Para muchos, el hecho de despegar y volar entre las nubes o en lugares nuevos u otros retos deportivos proporciona una intensa sensación de libertad, euforia y satisfacción personal. Esta sensación de euforia está mediada en parte por la liberación de dopamina en el cerebro.
El riesgo asociado con el parapente añade una capa adicional de excitación. Los seres humanos están naturalmente predispuestos a buscar nuevas experiencias, un comportamiento que se conoce como búsqueda de sensaciones. La dopamina motiva esta búsqueda al proporcionar una recompensa emocional cuando nos enfrentamos a situaciones desafiantes o peligrosas. Por eso, actividades como el parapente no solo nos brindan una vista panorámica espectacular, sino también un subidón emocional que puede ser adictivo para algunas personas.
Hay un experimento impresionante en neurofisiología con personas voluntarias que muestra la dependencia que genera la estimulación del centro de la recompensa (un pequeño área en el hipotálamo, justo encima de la cavidad nasal). El centro de la recompensa es el lugar donde "van a parar" las sensaciones positivas (desde un logro deportivo, un orgasmo, una visión agradable, un abrazo,...). Su estimulación artificial demuestra el grado de dependencia patológica que puede llegar a generar, al estilo de una drogadicción.
Disfrutemos del camino más que empujarnos constantemente a una "carrera de la rata" infinita hacia la satisfacción inalcanzable. Los objetivos no tienen límite; tu vida, sí.
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